No existe relación entre los medicamentos contra la obesidad y los pensamientos suicidas

La evidencia científica no sólo refuta la existencia de una relación causal entre los nuevos fármacos antiobesidad (GLP-1), como semaglutida, liraglutida y dulaglutida, y la aparición de pensamientos suicidas, sino que amplía potencialmente las posibles aplicaciones de estos fármacos contra algunas patologías neuropsiquiátricas, como los trastornos alimentarios, la depresión, las adicciones y el Alzheimer. Los expertos de la Sociedad de Neuropsicofarmacología (SINPF) hacen balance del tema, reunidos hoy en Milán para el XXVI congreso nacional dedicado a “Horizontes de la Neuropsicofarmacología en la era de la inteligencia artificial: del genoma a la clínica”, hasta el 24 de enero.

La conferencia inaugural del profesor Eric Hollander (profesor de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento en el Albert Einstein College of Medicine de Nueva York) abordará un tema de gran actualidad, el de la clase de medicamentos contra la diabetes y la obesidad.

“Se trata de compuestos similares a hormonas presentes de forma natural en nuestro organismo, llamados agonistas o análogos del péptido similar al glucagón 1 (GLP-1), para los que existen crecientes evidencias en términos de eficacia, no solo para el tratamiento de la diabetes y la obesidad, sino también para otras patologías neuropsiquiátricas – explica en la introducción Bernardo Maria Dell’Osso , profesor de psiquiatría de la Universidad de Milán y director del Departamento de Salud Mental y Adicciones del ASST Fatebenefratelli-Sacco de Milán –. La investigación ha puesto de relieve de hecho una serie de efectos de especial interés a nivel del sistema nervioso central, con implicaciones en el ámbito de la salud mental potencialmente no inferiores a las observadas en endocrinología. Un número cada vez mayor de informes en el tratamiento de trastornos depresivos, neurocognitivos y alimentarios, por nombrar algunos, están llevando a la comunidad científica a interesarse cada vez más en ensayos que están probando el uso de agonistas de GLP-1 en el tratamiento de algunos trastornos psiquiátricos”.

El riesgo de pensamientos suicidas

“Los temores iniciales sobre los efectos secundarios están siendo sustituidos poco a poco por nuevas esperanzas”, destaca Claudio Mencacci , director emérito de psiquiatría del hospital Fatebenefratelli de Milán y copresidente del SINPF. Un estudio del Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas (NIDA), publicado recientemente en Nature Medicine, ha demostrado que las personas que toman semaglutida –y que no tienen antecedentes de ideación suicida– tienen hasta cuatro veces menos probabilidades de tener pensamientos suicidas. Mientras que los pacientes con antecedentes de ideación suicida que toman semaglutida tienen un riesgo reducido a la mitad. “En esencia, se ha demostrado no sólo que estos fármacos no aumentan el riesgo de pensamientos suicidas como se había hipotetizado anteriormente, sino que reducen el riesgo en los sujetos más vulnerables”, explica Mencacci.

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Trastornos alimentarios

Aunque se necesita confirmación, los expertos dicen que la terapia podría ser útil para combatir los trastornos alimentarios. “Se está estudiando la posibilidad de utilizar el GLP-1 también en el tratamiento del trastorno por atracón – especifica Matteo Balestrieri , ex profesor de Psiquiatría de la Universidad de Udine y copresidente del SINPF –. Las primeras investigaciones sugieren que los GLP-1 pueden proporcionar un nuevo enfoque farmacológico al actuar sobre las vías de señalización de saciedad y recompensa alimentaria implicadas en la ingestión de grandes cantidades de alimentos. Pequeños estudios piloto e informes de casos indican reducciones prometedoras en la frecuencia de los atracones, el peso corporal y las comorbilidades con GLP-1”. Es importante señalar que estos agentes demuestran un mejor perfil de efectos secundarios psiquiátricos que las opciones existentes. “Los primeros resultados son alentadores – añade Balestrieri – pero la viabilidad del GLP-1 como nueva dirección terapéutica para el trastorno por atracón no puede confirmarse sin más investigaciones clínicas de alta calidad”.

Ansiedad y depresión

Un estudio publicado por Epic Research concluyó que la semaglutida puede reducir la probabilidad de sufrir ansiedad o depresión. En concreto, los pacientes no diabéticos que tomaban semaglutida tenían un 37% menos de probabilidades de ser diagnosticados de depresión, mientras que los pacientes diabéticos que tomaban el fármaco tenían un riesgo un 45% menor. La diferencia más significativa en la incidencia de ansiedad se observó entre los pacientes diabéticos que tomaban tirzepatida, otro fármaco GLP-1, que se ha relacionado con una reducción del 60% en el riesgo de ansiedad.

¿Qué se está estudiando?

Todavía es demasiado pronto para sacar una conclusión, pero algunas investigaciones ofrecen esperanza para quienes padecen trastornos mentales. “Los datos de este estudio sugieren que los fármacos GLP-1 podrían tener un efecto positivo en la salud mental”, comenta Mencacci. Sin embargo, no identifican una relación causal clara entre el uso de estos fármacos y una reducción en la incidencia de ansiedad y depresión. “Se necesita más información para evaluar los factores que contribuyen a estas correlaciones”. Adicciones Las conclusiones de otro estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad Case Western Reserve (Cleveland, Ohio), publicado en la revista Nature Communications, parecen ser más sólidas. Aquí, los investigadores descubrieron que los pacientes obesos que tomaban semaglutida tenían un riesgo reducido de desarrollar trastornos por consumo de alcohol.

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Dopamina

“El estudio demostró que el fármaco puede influir en la liberación y actividad de neurotransmisores como la dopamina, la llamada hormona del ‘bienestar’ del cerebro, haciendo que los pacientes ya no asocien el alcohol y otras drogas con el placer”, explica Mencacci. En particular, en el estudio, los pacientes obesos que tomaron semaglutida se beneficiaron de una reducción del 50% al 56% en el riesgo de trastorno por consumo de alcohol y recaída”. Los investigadores replicaron el estudio en pacientes con diabetes tipo 2 y encontraron resultados similares.

“Los GLP-1 también median las respuestas al estrés, por lo que los investigadores creen que la semaglutida puede actuar como un amortiguador del consumo de alcohol relacionado con el estrés”, añade Balestrieri. Sobredosis Otro estudio de la misma universidad, publicado en la revista JAMA Network Open, demostró que la semaglutida reduce el riesgo de sobredosis de opioides. Un análisis de los registros médicos electrónicos de más de 33.000 personas a las que se les recetó semaglutida u otros medicamentos para la diabetes encontró que las sobredosis de opioides se redujeron aproximadamente a la mitad.

Las drogas

“El estudio no explica por qué la semaglutida tiene este efecto protector”, dice Mencacci. Pero es posible que las personas que toman este medicamento deseen menos opioides y simplemente no los consuman tanto. Esto haría que tuvieran menos riesgo de sufrir sobredosis. Por ello, son necesarios más estudios para profundizar en este aspecto” Alzheimer Aún preliminares, pero no por ello menos prometedores, son los datos relativos a la relación entre los fármacos GLP-1 y el Alzheimer, tras años en los que han fracasado numerosos intentos de encontrar tratamientos para frenar la enfermedad.

Alzheimer

En un estudio publicado en la revista Alzheimer’s & Dementia, investigadores de la Universidad Case Western Reserve analizaron los registros médicos de más de un millón de personas con diabetes tipo 2, considerada un factor de riesgo para el Alzheimer, y encontraron que aquellos a quienes se les recetó solo semaglutida tenían un riesgo 67 por ciento menor de desarrollar la enfermedad durante un seguimiento de tres años en comparación con aquellos que tomaron solo insulina. “No está del todo claro por qué los agonistas de GLP-1 parecen retardar o incluso prevenir el Alzheimer”, concluyen Mencacci y Balestrieri. Podría deberse, por ejemplo, a la mejora de la función metabólica del cerebro, que es la capacidad de las neuronas de utilizar la glucosa para producir energía. Las personas con Alzheimer tienen un metabolismo cerebral deteriorado, lo que puede contribuir a su deterioro cognitivo. Otras posibles explicaciones incluyen que la semaglutida reduzca la inflamación o mejore los factores de riesgo asociados con el Alzheimer, como la diabetes tipo 2”.

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